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martes, 18 de julio de 2006

París

¡¡ Grande !!

En mi intención de ir conociendo las ciudades más importantes del mundo, el año anterior fue Roma (de la que dije en este blog "El aspecto de la ciudad sorprende un poco. No esperaba encontrar una ciudad europea, capital de un país miembro del G-8, con esta apariencia. Las calles empedradas y las fachadas de las casas un tanto estropeadas hacen que Roma parezca una ciudad descuidada aunque yo creo que este aspecto viejo forma parte de ese encanto especial que la caracteriza") y este año ha sido París, la ciudad de la luz.

Al parecer lo de "ciudad de la luz" viene de que esta capital fuera la primera en iluminar sus calles y edificios importantes con luz eléctrica. Este hecho, unido a la amplitud y grandiosidad de sus avenidas, hacen de París una ciudad impresionante que rebaja a importantes ciudades como Madrid a la categoría de pueblo.

Cuando uno abandona París lo hace con el convencimiento y la frustración de no haberlo visto todo porque esta ciudad no te descubre sus secretos en una sola visita, ni en dos. Quizá en tres tampoco. Es prácticamente imposible diseñar un programa de viaje general o escueto. En mi caso, decidimos aparcar la idea de visita cultural para no gastar demasiado tiempo y omitimos la visita de rigor a museos de la talla del Louvre o de O´rsay para centrarnos en conocer sus calles, sus edificios y sus gentes.

Así, cabe destacar la majestuosidad de construcciones como la Ópera Garnier, Los Inválidos (donde descansa Napoleón) o la Madeleine, el encanto de un paseo en barco por el Sena al atardecer, lo pintoresco del barrio de Montmartre donde se hallan, en lo alto de una colina, el Sagrado Corazón y la plaza de Tertre; no se puede uno ir sin recorrer las animadas calles del Barrio Latino (única zona relativamente asequible en cuanto a hostelería se refiere), sin ver la Catedral de Notre Dame y, por supuesto, Versalles, el mejor palacio del mundo sin ningún género de dudas...

Asimismo, no podemos abandonar esta gran ciudad sin visitar la zona más nueva, La Defensa, con un aspecto que recuerda a Manhattan (salvando las distancias, claro) y el Gran Arco, un cubo hueco de más de 100 metros de lado que es edificio de oficinas y al que podemos subir en ascensor disfrutando de muy buenas vistas, al igual que ocurre si subimos a la torre de Montparnasse (210 metros), al Arco del Triunfo o, cómo no, a la Torre Eiffel.

La Torre Eiffel, por cierto, es un gran engaño. Para empezar, subir hasta lo más alto es muy caro (11 euros) pero, además, pierdes una mañana entera esperando las interminables colas que hay para acceder a cada uno de los ascensores. Cuando llegas a lo más alto estás más preocupado en ponerte a la cola del ascensor de bajada para no seguir perdiendo tiempo que en disfrutar de la panorámica. Lo que pasa es que uno no puede ir a París y volver sin decir que se ha subido al monumento parisino por excelencia. Somos así de paletos...

Anécdotas aparte, no puedo decir más que París es tan grandiosa como inasequible (es todo carísimo) pero no por ello voy a dejar de recomendar que sea visitada porque merece la pena hacerlo aunque sea una vez en la vida. Me gustaría volver para seguir conociéndola pero el mundo es muy grande y siempre habrá otras alternativas que despierten nuevas inquietudes.


1 comentario:

  1. Yo estuve en Paris hace un par de años y me encantó.
    Una cosa que destacaría es la colección de expolio que hay en el Louvre; había cosas que me impactaron y la Torre Eiffel que desde fuera puedes pensar que es un trozo de hierro feo y frío, cuando la vi me encantó.
    Coincidió que era casi navidad, un frío leve, la especial iluminación y la inmejorable compañía le dieron a aquel viaje un valor muy especial.

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