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sábado, 4 de marzo de 2006

Hay que ser un Sinvergüenza

es lo que funciona

Dice el alcalde de Madrid que "este tipo de conductas no puede ser aprobado por nadie", refiriéndose a los actos de vandalismo en las zonas donde se han instalado parquímetros. No le falta razón; cualquier manifestación violenta del individuo debe ser controlada para el buen funcionamiento de la sociedad. En un mundo perfecto debe reinar la armonía, la educación y las buenas formas. En un mundo perfecto todo se puede arreglar dialogando.

Pero la realidad es bien distinta. Desgraciadamente la experiencia nos ha enseñado que como se consiguen las cosas es batallando, armando gresca. O, si no, que se lo digan a los terroristas que, tras matar a miles de personas, por fin han conseguido que todo un presidente del gobierno les haga caso, les haga un guiño y les tienda la mano.

También recordamos a los maquinistas de RENFE, personas que ganan medio kilo al mes (y aun así se quejan), hacen una huelga, nos tienen casi un mes haciéndonos llegar tarde al trabajo y, tras los daños ocasionados a la ciudadanía, por fin consiguen su premio: la subida de su jugosa nómina.

Sin ir más lejos, en el contencioso que mantengo con la tienda de electrodomésticos MIRÓ porque me vendieron de manera camuflada una tarjeta de crédito, consulté a la OCU sobre la posibilidad de ser malo, de contraatacar dando orden al banco de que rechazara cualquier cargo de cualquier comisión derivada de la mencionada tarjeta. Me dijeron textualmente que "en ese caso pasará usted a una situación más cómoda: serán ellos los que van a estar detrás de usted y no usted detrás de ellos, por lo que en algunos casos es lo mejor". Al preguntar que me aclararan lo de "algunos casos" me dijeron que si hacía eso me podían incluir en alguna lista de morosos (lo pueden hacer hasta por no pagar un recibo de 6 euros) lo cual me impediría acceder a préstamos en un futuro. Por tanto, es una opción muy buena para quien tenga una situación económica holgada y no vaya a necesitar financiación ajena. No es mi caso.

La conclusión, por tanto, es que en esta vida para conseguir cosas hay que ser un sinvergüenza con malicia y, preferiblemente, con solvencia. O, dicho de otra manera, si eres pobre y buena persona tienes todas las papeletas para ser un perfecto desgraciado.

Qué triste.


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