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jueves, 28 de julio de 2005

Sensatez y Previsión

es lo que hace falta

Comenté en su día mi calvario en una tarde del mes de mayo al recorrer unos escasos kilómetros de la autovía A-1 para llegar a Madrid, lo que me imagino que para muchos será algo frecuente por tener la desgracia de trabajar en los parques empresariales del norte.

Hoy el diario Qué! nos muestra en sus páginas la grandiosa ciudad empresarial de Telefónica, la cual comenzará a funcionar en Septiembre y albergará a 14.000 trabajadores. A este acontecimiento debemos sumar las miles de viviendas que se están entregando y las que siguen construyéndose en los tres PAUs de la zona así como la proliferación de decenas de centros comerciales y oficinas.

Hace algunos años era frecuente construir las casas en cualquier sitio y posteriormente hacer las calles, poner las farolas y, en definitiva, urbanizar. ¡Gran atrocidad!. Ésto, a Dios gracias, ya no ocurre porque en algún momento de nuestra historia habrá aparecido algún dirigente con dos dedos de frente y habrá cambiado la normativa de modo que ahora primero se urbaniza y luego se construye.

No obstante, aún seguimos viendo cosas ilógicas que, sin duda, afectarán negativamente a los ciudadanos. Una cosa es urbanizar las zonas residenciales y otra es dotarlas de las infraestructuras necesarias y de accesos rápidos y cómodos. En este sentido se están haciendo las cosas fatal. Muy pronto los PAUs del norte tendrán unos flujos de entrada y de salida de miles de personas diarias y, sin embargo, las infraestructuras de la zona siguen en fase de construcción.

Lo peor de todo es que, aunque esas obras hubiesen concluido, dudo bastante de su capacidad de absorción en un futuro ante la demanda que se avecina. Está claro que alguien, haciendo gala una vez más de la falta de previsión que caracteriza a los políticos españoles, se ha dedicado a ofertar suelo y a dar licencias de obra sin estudiar la viabilidad del proyecto.

Esperemos que el caos que se avecina, ya irreversible, sirva de algo y, así, vuelva a aparecer uno de esos dirigentes sensatos (de los que salen uno de cada 1.000) e impulse alguna normativa coherente con el fin de evitar casos parecidos.


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